Ojalá haber disfrutado de este maravilloso restaurante de ocio, pero no, fue por trabajo. Aún así, disfruté de lo lindo. Me encantó el caserío por fuera, el comedor con estilo, acogedor. Y el personal, atento pero sin agobiar. También recuerdo el SILENCIO de la cocina, como nunca antes había visto. Estaba claro quien era el capitán ahí. Recuerdo salir sin sensación de haberme hinchado, a pesar de que fueron muchos platos. Lo disfruté, muchísimo y este recuerdo me lo llevo yo para mí para siempre.

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